Campesinas y campesinos de El Placer, Putumayo, ya no sembrarán coca sino chontaduro
Los pequeños cultivadores de chontaduro del Putumayo se asocian para fortalecer la producción y transformación del palmito fresco.
- El proyecto productivo, por valor de 869 millones de pesos, hace parte de la actual política de drogas que busca la sustitución de los negocios ilícitos por las economías de la legalidad.
- Los cultivadores tendrán asistencia técnica, asesoría organizacional, ambiental y de comercialización, así como el suministro de insumos, herramientas, equipos y material vegetal.
- “Se requiere que el palmito de esta cooperativa, es decir, el producto final empacado al vacío y con su propia marca, llegue al mercado sin intermediarios”, dijo el presidente de la ADR.
Valle del Guamuez (Putumayo), 20 de mayo de 2024 (ADR_Colombia). A solo 45 minutos de la frontera con Ecuador, en la llanura amazónica, se encuentra la región del Putumayo más fumigada con glifosato dentro de la fallida guerra contra las drogas que se inició en diciembre de 1998, durante la implementación del Plan Colombia. Fue en el corregimiento de El Placer, en el municipio de Valle del Guamuez, en donde la lluvia de glifosato arrasó durante 14 meses con todo lo que tuviera vida. Y, como si fuera poco, al mismo tiempo que se fumigaban los cultivos de coca y los cultivos de pancoger, los campesinos de El Placer fueron secuestrados durante seis años en su propio corregimiento por los grupos paramilitares, que a sangre y fuego se tomaron el caserío.
Hoy, después de 26 años, esta población del bajo Putumayo poco a poco va recuperando sus tierras para la producción de alimentos, gracias a que la actual política de drogas no se basa en la persecución al campesino cocalero, sino en la sustitución de los negocios ilícitos por las economías de la legalidad.
Consecuente con esta visión, la Agencia de Desarrollo Rural (entidad adscrita al Ministerio de Agricultura) llegó esta semana a las veredas Los Ángeles, El Placer, Mundo Nuevo, Las Vegas y El Cairo con un proyecto productivo para 22 familias de la Cooperativa Agroindustrial del Palmito (COOPALMITO), por valor de 869 millones de pesos, con aportes de los campesinos y de la gobernación del departamento de Putumayo.
El proyecto tiene como fin fortalecer el cultivo de chontaduro para la producción del cogollo de palmito a lo largo y ancho de 22 hectáreas, cuya tierra aportaron los campesinos de las cinco veredas. De esta manera el Gobierno nacional acentúa la política de drogas, que hoy pone en el centro de su atención a los campesinos víctimas del Plan Colombia. Así lo perciben cultivadores como Pablo Ángel Cuarán, asociado de Coopalmito: “Debido a las fumigaciones que hicieron contra la coca, la cooperativa se quedó quieta hasta el 2015 y poco a poco hemos buscado aportes para reactivarla. Con este proyecto que construimos con la Agencia de Desarrollo Rural, el palmito no solo nos va a traer sostenimiento para las familias, sino también paz, tranquilidad y libertad porque este es un cultivo legal que podemos vender sin ningún problema”.
Por su parte, el presidente de la Agencia de Desarrollo Rural (ADR), Luis Alberto Higuera Malaver, subrayó la historia de dolor que durante varios años vivió el corregimiento y cómo este proyecto es una oportunidad para superar ese pasado: “Por el dolor y la sangre derramada, la inspección de policía de El Placer se convirtió en un sitio emblemático. Y ahora, en 2024, todavía el Estado se encuentra en deuda con esta sociedad aplastada por la violencia. Pero hoy la Agencia de Desarrollo Rural llega con un proyecto productivo integral, precisamente para transformar la economía ilícita de la coca en economías legales propuestas por la misma comunidad, como es la producción de cogollo a partir de la palma de chontaduro”.
Para los asociados de COOPALMITO, el chontaduro dedicado a la producción de palmito juega un papel importante en su economía familiar, incluso hasta convertirse en su proyecto de vida. De esta manera lo describe Fabiola Malpud, lideresa de la cooperativa: “El interés de sembrar el palmito es pensando en una vida digna y en el bienestar económico para mi familia, para los socios de la cooperativa y para la vereda. Y eso es muy bueno porque estamos tranquilos. En un tiempo yo era cabeza de hogar y entonces para mí el palmito era como mi esposo, y entonces yo le hablaba y le decía que él era mi compañero que me daba todo”.
Una de las grandes ventajas de este cultivo es que los cogollos de palmito —y también el chontaduro— tienen una demanda importante no solo en el mercado nacional sino también en las vitrinas internacionales, por lo que la venta de toda la producción está asegurada. Sin embargo, para atender estos mercados de manera efectiva, los asociados de Coopalmito requieren un acompañamiento integral en asistencia técnica, asesoría organizacional, ambiental y de comercialización, así como el suministro de insumos, herramientas, equipos y material vegetal. En este sentido, la Agencia de Desarrollo Rural (ADR), a través de este Proyecto Integral de Desarrollo Agropecuario y Rural (PIDAR), atenderá los requerimientos de estos productores para que aumenten su producción y den el paso hacia la transformación de un palmito con valor agregado. Así lo recalcó el presidente de la ADR, Luis Higuera: “Se requiere que el palmito que sale de esta cooperativa, es decir, el producto final empacado al vacío, con su propia marca, código de barras y registro Invima, llegue al mercado sin intermediarios”.
Finalmente, Higuera dejó claro que los estragos provocados por las fumigaciones con glifosato, que no supo distinguir entre la hoja de coca y los cultivos de pimienta, palmito o cacao, no ocurrirán en este Gobierno porque hoy la política de drogas es muy distinta.