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Así se vivió la primera Escuela de Promotoras, Promotores y Extensionistas para la Reforma Rural Integral

“La primera Escuela de Promotoras, Promotores y Extensionistas de la Agencia de Desarrollo Rural (entidad adscrita al Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural), contó con la participación de cerca de 80 personas de 23 organizaciones sociales y campesinas.”

Viotá, 16 de julio de 2024 (@ADR_Colombia). Durante los días 11, 12 y 13 de julio, en la sede de la Universidad Campesina – Instituto Agroecológico Latinoamericano María Cano, ubicada en el municipio de Viotá, Cundinamarca, se llevó a cabo la primera Escuela de Promotoras, Promotores y Extensionistas para la Reforma Rural Integral (RRI) organizada por la Agencia de Desarrollo Rural en articulación con las organizaciones ASOCAM Sumapaz, IALA Fensuagro y con el apoyo del Programa DRET II de la Unión Europea UE, Agencia Italiana de Cooperación AICS y la FAO Colombia

El sitio seleccionado para la Escuela no es fortuito: el municipio de Viotá ha sido considerado el centro de las luchas agrarias en Colombia. Durante el siglo XX fueron varios los movimientos campesinos que desde este municipio lucharon por una repartición equitativa de la tierra. Fue precisamente allí donde se encontraron cerca de 80 extensionistas, promotoras, promotores, campesinas y campesinos de los departamentos de Tolima, Cundinamarca y Boyacá para iniciar un proceso de formación que busca fortalecer sus capacidades técnico-productivas, socioambientales y organizativas para ser puestas al servicio de la agricultura campesina, familiar, étnica y comunitaria.

Dicho proceso nace de la necesidad de generar espacios para el intercambio, el diálogo de saberes y la formación entre los dos sujetos que movilizan la extensión, es decir, promotores y extensionistas. De esta manera lo resalta Catherine Rivera, quien hace parte del equipo asesor de la Dirección de Asistencia Técnica de la Agencia de Desarrollo Rural: “Venimos en reflexión profunda sobre la necesidad de transformar la noción del servicio público y el derecho a la extensión agropecuaria. Al recorrer diferentes territorios nos hemos dado cuenta de que el extensionismo en Colombia se ha realizado con las cadenas productivas, como el cacao o el café. Pero, realmente, los sujetos de la extensión agropecuaria no son ni la línea ni la cadena productiva, sino la familia campesina, que tiene una manera de relacionarse con la naturaleza, con la tierra, con el territorio, con la cultura, con las prácticas y los sistemas productivos”.

La Escuela tendrá una duración de un año articulando encuentros presenciales y virtuales y se desarrollará sobre cinco módulos temáticos: 1. Historia y contexto de la cuestión agraria en Colombia, 2. Modelos de extensión agropecuaria y promotoría rural, 3. Agroecología y cambio Climático, 4. Extensión en la ACFEC, y 5. Mujer rural en la ACFEC.

Una escuela que camina hacia la RRI, la justicia de género y la agroecología

Esta primera escuela conto con la participación destacada del maestro Héctor Mondragón, asesor de organizaciones campesinas, indígenas y afrodescendientes en Colombia, y actual asesor del Ministerio de Agricultura y desarrollo Rural, quien oriento el módulo 1: Historia y contexto de la cuestión agraria en Colombia. Así mismo, para el desarrollo del módulo 2: Modelos de extensión agropecuaria y promotoría rural, se realizó un acercamiento a la metodología campesino a campesino a través de Adylen Roque de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños de Cuba.

De otra parte, el desarrollo del módulo 5: Mujer rural en la ACFEC, fue liderado por la Corporación ecológica y cultural Penca de Sábila, reconocida organización que por más de 30 años ha desarrollado programas de soberanía alimentaria, mujeres y justicia de género. Sin embargo, cabe destacar que, el enfoque de género se incorporó de manera transversal en el desarrollo integral de la escuela, articulando sus 5 módulos.

Adicionalmente, la Escuela camina hacia la transición agroecológica en el campo colombiano, la cual es entendida como un movimiento social, un conjunto de prácticas y una ciencia, que se basan tanto en los conocimientos tradicionales como en los de la ciencia moderna, además de impulsar la multifuncionalidad y sostenibilidad de la agricultura, promoviendo la justicia social, fortaleciendo la identidad y reforzando la viabilidad económica en las zonas rurales.

Durante las jornadas se socializó e implemento el Instrumento de planificación predial para la transición agroecológica (IPPTA), el cual consiste en un proceso participativo de ordenamiento de la finca, que les permite a las familias realizar un plan de acción para la transición agroecológica, a través de la medición de indicadores ambientales, productivos y socioeconómicos, para potenciar la producción, conservando los recursos naturales y priorizando el buen vivir. Dicho instrumento se aplicó en las parcelas productivas del instituto agroecológico por parte de promotores y extensionistas, lo cual fortaleció el enfoque teórico-práctico y de formación de formadores de la Escuela.

En el momento del cierre, Vivian Correa, participante de la escuela, destacó la pluralidad de metodologías y conocimientos, señalando que: “Fue un espacio que nos permitió combinar la experiencia y el trabajo de los procesos de extensión con las personas que tienen un amplio conocimiento y que han venido promoviendo otros modelos de agricultura. Para mí es muy gratificante entender que podemos consolidar un modelo que se acople no solo a las necesidades ecosistémicas, sino también a las necesidades sociales, políticas y económicas que tienen las comunidades”.

Esta primera Escuela propuso una formación desde la educación popular, es decir, con metodologías participativas, prácticas y colaborativas creadas en diálogo con las y los participantes. Foto: Lorena Arias (ADR)

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